SI DE ESE TAMAÑO FUERA EL PESO DE NUESTRAS VOCES

SI DE ESE TAMAÑO FUERA EL PESO DE NUESTRAS VOCES

OPINIÓN
2 de septiembre de 2016
El Adolfo.
eladolfo@ajuscoradio.mx

Me he mostrado atento de las reacciones que ha provocado el encuentro de Enrique Peña y Donald Trump en México. Claro, también emito las mías, principalmente con mis compañeros, ¡y ya saben!, vía Facebook de rigor.

Merece y razones hay para aventar pa´rriba. Agudizo los oídos a las que vienen de quienes no son “famosos” (me encanta oír lo que las personas conversan en el transporte público) y más, leer los “feisbucazos” de todos los que tengo agregados (mejor si son memes); a través de la radio pongo escucha a las que salen de boca de los “opinantes públicos” y de vez en vez examino las “grandes plumas” de la opinión publicada; caigo en la tentación de ver qué transa con las “celebridades” (con la carga burguesa que amerita) pa’ darme un quemón de lo que gira por su cabezas.

Semanas atrás, echando unas frías con unos compitas, me mofé de que tarde o temprano Peña tendría que darle la mano a Trump, aseveré que éste habría de ganar la presidencia gringa y dado que eso sucedería en pocos meses, al copetón le iba a tocar establecer relaciones con el nuevo güero de la verdadera Casa Blanca. Quise apostar, mis vales no aceptaron, me dijeron que estaba loco, porque el loco de Trump, es eso, un loco.

Yo pensé que eso sucedería con Trump como presidente ¡nunca imaginé que como candidato! ¿Alguno de ustedes imaginó que el “Presidente” (con comillas, por favor) invitaría al “loco” de Trump?

Desde que me enteré de la “invitación”, lo que sí pensé es que, dadas las chingaderas que Trump ha dicho y hecho, esa decisión personal de Peña es traición a la Patria.

O la Matria, si quieren. Pero traición. Traición a la soberanía, a la nación, al país, a eso que parece que ya no existe, a eso que no se cuenta, pero que cuenta mucho: la dignidad, chingao.

Traición a la dignidad del pueblo mexicano, traición a los que vivimos dentro de esto que llamamos México, doble traición a quienes han brincado este muro que ya existe buscando otro suelo donde florecer; triple traición a quienes directamente sufren y han sufrido las humillaciones por vivir ilegalmente en esa jaula de oro llamada Estados Unidos de América.
Eso es traición, pensé yo. Sé que no es “loco” afirmarlo, sé que hay más “locos” pensando lo mismo.

Entre ayer y antier, muchas voces, muchas palabras (muchos memes). Lo que no esperaba que es la utilización de la palabra traición viniera de una “celebridad”. El día de hoy, el periódico El País publica un artículo de Alejandro González Iñárritu, donde el cineasta mexicano muestra su “su profunda decepción con Peña Nieto por recibir a Trump”.

En su texto –de poco más de una decena de párrafos- el director de “Amores Perros”, en primera persona, inicia diciendo que se enteró de la noticia (la reunión de Peña y Trump) mientras viajaba en tren hacia Los Ángeles. Externa su “profunda tristeza, indignación y vergüenza.”

Y sin más, en breve, sostiene: “La invitación de Enrique Peña Nieto a Donald Trump es una traición.”

Sustenta que el acto avala y oficializa los insultos; carece de dignidad; fortalece una campaña política de odio; pone en riesgo el futuro y la vida de millones de mexicanos: Afirma que muchos de los inmigrantes mexicanos y centroamericanos, más que indocumentados, son refugiados.

Desecha que el problema sea de seguridad y terrorismo, lo considera como una crisis humanitaria.

El título del artículo, evidente es, se desprende cuando dice: “Sin embargo, nunca he visto en toda mi vida a un mexicano pidiendo limosna en una calle en los Estados Unidos. Estos trabajan dura y honradamente contribuyendo y beneficiando imprescindiblemente la economía de ambos países. Pero por conveniencia mutua, seguirán siendo una comunidad de 11 millones de invisibles.”

Declara que Trump debió ser nombrado por el gobierno como “persona non grata" y da sus porqués; agrega que Peña “con su inseparable e insustancial lenguaje leguleyo, no articuló ni exigió nada en concreto.”, añade que Trump manchó la memoria y la historia de nuestra nación, y haciéndonos recordar expresa: “Hace 168 años, Antonio López de Santa Ana entregó casi la mitad de nuestro territorio. Ayer, el presidente Peña Nieto entregó lo poco que quedaba ya de dignidad.”
González Iñárritu habla de traición. Yo hablo de lo mismo. Su voz, en ese diario español; la mía, en Ajusco Radio y en mi “feis”. Sé que su voz pesa, ¡si de ese tamaño fuera el peso de nuestras voces! La mía, ¡los 56 kilógramos que indica la báscula cuando me subo en ésta!

Él no es santo de mi devoción, pero le hago eco a su voz en esta ocasión, porque es la mía. La de muchos “locos”.

Voces, la de él, la mía, voces de muchos. Unos lo hemos dicho desde el 1 de septiembre de 2012, él hoy en el periódico. Unos antes, otros ya, pues. Todos debemos unirnos para declarar, exigir y reiterar lo dicho: “Tras este acto y como ciudadano mexicano, Enrique Peña Nieto no me representa más. No puedo aceptar como representante a un gobernante que en lugar de defender y dignificar a sus compatriotas, sea el mismo quien los denigra y pone en riesgo al invitar a alguien que como él, no es digno de representar a ningún país.”

Él termina su texto con una cita de Martin Luther King, yo terminó parafraseando a González: Peña es un traidor.

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